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Reinvención del sentido para la vida MADRES CON RUEDAS Documental / Rosario / 2006 Dirección: Mario Piazza, Mónica Chirife Cámara: M.P., M.Ch, Héctor Molina Sala: Monumental Juan Aguzzi
Tal vez lo verdaderamente singular de Madres con ruedas, la película de Mario Piazza que por estos días alcanza su tercera semana en una sala comercial céntrica, se encuentre en que el realizador rosarino intenta, a través de singulares forma y contenido, reinventarse a sí mismo, dar cauce a aquello que lo sitúa como persona y que a la vez lo conforma en su quehacer audiovisual, en los recursos con los que decide narrar. Esta elección, a priori, entrañaba riesgos de variado cuño. El realizador podría haber quedado demasiado pegado a los matices autobiográficos, al regodeo en algunas instancias proverbiales de la existencia que se hacen difíciles de soslayar pero que carecen de la objetividad mínima que necesita todo relato para avanzar; podría haber sucumbido al alto nivel emotivo que naturalmente guarda el tema elegido y empantanarse con imágenes y testimonios sin solución de continuidad; podría haberse recostado en ciertas actitudes heroicas de las protagonistas y dejar que sean ellas –las actitudes– las que movilicen la historia. Sin embargo, Mario Piazza, autor de, entre otras, Sueño para un oficinista (1978); A bordo de un carrito (1981); Papá gringo (1983); La escuela de la señorita Olga (1991); Cachilo, el poeta de los muros (2000), consigue tomar sólo lo imprescindible de esas variables de riesgo y volverlo fluido gracias a un ajustado montaje en el conjunto del film y a la selección de secuencias de sus propios archivos familiares: desprolijos o artísticos, los encuadres domésticos funcionan como un pararelato que informa sobre la construcción misma del film, sobre su génesis y sobre sus idas y vueltas porque, en definitiva, Madres con ruedas resulta “la película” que ha atravesado la vida del realizador. El mismo Piazza lo dice en off: hay un antes y un después de este proyecto; hay un antes y un después de conocer a Mónica Chirife, su mujer, codirectora e inspiradora de Madres con ruedas. Y lo reafirma cuando confiesa que la aparición de Mónica en su vida, y la decisión de hacer un film como modo de ayudarla, fue como una luz señera para su existencia, que imaginaba sin rumbo. Por esto mismo, antes que la entereza de estas mujeres para afrontar los desafíos de una sociedad excluyente y selectiva, está el poderoso y encomiable gesto del propio realizador para elegir lo que daría sentido a su vida, lo que de allí en más marcaría su rumbo y el rumbo de su película. Claro que Chirife no va a la zaga, porque es ella quien da carnadura a ese sentido que encontró el realizador, y es ella quien se involucra con el proyecto de modo de brindarle la respiración necesaria, los componentes más íntimos, la dinámica esencial para que termine convirtiéndose en una película de ambos, en una historia sobre la vida de ambos, y sobre el quehacer de Piazza que ahora parece ser también el de los dos. ¿Te gusta filmar?, pregunta Piazza y su mujer le responde mentándole los temas de las próximas películas que quiere hacer. Así planteada, Madres con ruedas habla menos de los escollos que sufren aquellos con algún impedimento físico –no existe en todo el film un solo lamento de estas mujeres por la condición que la existencia les impuso, ni se despotrica socialmente– que del espíritu festivo con que estos seres dotan a sus espacios íntimos; espíritu que se convierte en tesón para servir de puente a nuevas vidas y reinventarse la propia, casi en sintonía con lo que ha movido a Piazza a describir el itinerario que decidió trazar de una vez y para siempre. Quizás la forma –la cámara en mano– con que Piazza y Chirife decidieron tomarse una revancha. Sobre el final, la voz en off señala que la victoria de tener un hijo es una revancha sobre la muerte.
http://elciudadano.net/05-11-2006/espectaculos/vida.php
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