Pin Up online casino gives its players many opportunities to win. Become part of pin up casino online and take advantage of all the benefits.
La búsqueda de un lenguaje, a partir de una experiencia de vida Aunque nacido en Estados Unidos, Mario Piazza vivió desde muy chico en Rosario, y es en esta ciudad donde desarrolló su trabajo como director, camarógrafo, montajista, productor y docente. Sueño para un oficinista (1978), A bordo de un carrito (1981) y Papá Gringo (1983) son algunos de sus cortos más conocidos. Con los documentales La escuela de la Srta. Olga (1991) y Cachilo, el poeta de los muros (1999) rescató personajes e historias de nuestra ciudad, obteniendo numerosos reconocimientos. Madres con ruedas es un proyecto llevado a cabo con su mujer, Mónica Chirife, quien, a pesar de la poliomelitis que la confinó a una silla de ruedas en 1957, se ha dedicado a la enseñanza, a la pintura y al cine. Mónica fue mamá de María Victoria en 1990, y el propósito de Madres con ruedas es, precisamente, reflexionar sobre el tema de las madres en condiciones físicas similares a la suya. Fernando Varea: ¿Por qué pasaron tantos años desde que tuvieron la idea de realizar el documental? Mario Piazza: Desde el comienzo tuve la idea de recoger imágenes de Mónica y de mi relación con ella. El registro progresó junto con nuestra historia en común, a lo largo de 25 años. La idea de qué hacer con esas imágenes fue tomando forma con el tiempo, e incluso se amplió cuando tras ser mamá Mónica tuvo la iniciativa de entrevistar ella misma a otras mujeres en condición similar a la suya. Yo continuaba trabajando en otros proyectos, hasta que en el año 2002 percibí que debía priorizar este proyecto pues había llegado el momento de darle conclusión. Ahora creo que éste es el momento justo para completar este filme, ni más temprano ni más tarde. F. V.: ¿No le temen a la exposición de una historia personal? M. P.: Hacer un documental en el que uno además de realizador está íntimamente involucrado como protagonista supone, por un lado, un punto de vista privilegiado para el narrador. Pero también implica una gran dificultad para obtener la claridad de perspectiva para exponer una historia que a la vez interese al espectador y sea leal con los protagonistas. En todo caso, creo que no ha existido un temor mío a la exposición, sino que tal vez al contrario, sentí la necesidad de exponer nuestra historia. F. V.: El hecho de registrar imágenes de María Victoria, y de otras madres, en Super 8, 16 mm, Hi 8, video digital ¿puede servir para exponer avances y cambios en el registro documental en los últimos años? M. P.: Efectivamente, las imágenes fueron registradas en distintos formatos y sistemas, según fuera la tecnología que estaba a nuestro alcance en cada momento. Cada medio de registro da una diferente textura a la imagen. Y en el filme cada etapa del relato se corresponde con una textura distinta: las primeras imágenes, en Súper 8; los primeros tiempos de convivencia con Mónica, en 16mm; los primeros días de María Victoria, en video VHS; después Súper VHS y Hi 8 según va creciendo, y finalmente, video digital para el tiempo actual. De igual manera, las entrevistas a las otras madres fueron registradas, en la primera etapa (1990), en S-VHS y en la segunda etapa (2004), en video digital. F. V.: ¿Tuvieron algún referente o alguna película en particular que haya servido de disparador para el proyecto? M. P.: Las muchas películas que uno ha visto obran siempre como una oculta influencia en el trabajo propio. Pero no he encontrado una determinada película que me sirviera como referente al momento de hacer Madres con ruedas. Siempre he tenido la idea de que éste sería un filme muy singular, por lo menos desde el hecho de tratarse de un documental en que el realizador tiene tan estrecha relación con la protagonista y que ésta misma también deviene (co)realizadora del film. Pero también sospecho que en el mundo ha de haber algún filme o algún realizador al que yo adoptaría vivamente como referente, pero que las limitaciones de la difusión me ha impedido conocer. Leandro Arteaga: ¿Encontrás dificultades entre la temática a abordar y la elección narrativa? M. P.: Siempre he creído que la forma de un documental la va determinando la propia historia o personajes a retratar, de la misma manera en que a algunos talladores la veta de la madera les va revelando la forma que adopte su escultura, según ellos cuentan. L. A.: ¿Pensás en una suerte de "espectador tipo", a quien vaya dirigida esta película? M. P.: No he pensado en un "espectador tipo". Espero que pueda verla la mayor cantidad de gente posible y que algún que otro festival me la seleccione. Supongo que habrá gente a la que el relato conmueva y otras a la que resulte indiferente, por cuestión de sensibilidad u objetivos vitales. Pero cada vez que uno detecta que una comunicación se ha producido es el momento de un logro. L. A.: Desde lo personal, ¿qué significa la realización de este film? M. P.: Este es mi filme más ambicioso y el que me involucra de una forma más personal, y carga no sólo con la consabida expectativa de conectar con el espectador sino también con la de desanudar una situación personal complicada en cuanto a mi continuidad como realizador. Diego Barcia: ¿Pensaron el proyecto a partir de un objetivo concientizador, o desde el punto de vista de una experiencia de vida? M. P.: La idea del filme es la del relato de una experiencia de vida. Si sirve para despertar conciencias, esto sería un plus para los propósitos del film. ¿Con respecto a qué podría despertar conciencia este film (o acaso convendría decir "despertar sensibilidad")? Con respecto a la posibilidad de una alternativa, la posibilidad de ser de una forma distinta (algo que acaso tengan en común mis anteriores documentales). D. B.: Tu obra fue seleccionada por la UNESCO junto con otros 7 trabajos, sobre un total de 188, todos ellos con la temática en común de la discriminación, la tolerancia, o la libertad de expresión. ¿Cómo lo viviste, y te fue de ayuda para llevar adelante el proyecto? M. P.: La UNESCO convocó a un concurso de proyectos provenientes del llamado Tercer Mundo que tuvieran que ver con alguno/s de los tópicos que ellos promueven: los derechos humanos, la paz, la tolerancia, la lucha contra la discriminación y la libertad de expresión, entre otros. Pero también especificaba la convocatoria que no querían filmes que reprodujeran las formas convencionales e institucionales de abordar estos temas, sino que instaban a los realizadores a la búsqueda de un lenguaje creativo. El haber sido escogidos por la UNESCO no sólo nos significó un importante apoyo pecuniario para la producción, sino que también supuso la participación a la distancia de un productor delegado de la UNESCO a quien le enviábamos el material que íbamos editando, recibiendo a cambio sus puntos de vista y sugerencias a través del correo electrónico, complementando así la tarea que estamos llevando adelante con Cine Ojo, la productora porteña de este film. D. B.: ¿Te parece que la discapacidad es una materia pendiente respecto a los derechos humanos? M. P.: Se ha avanzado mucho en los últimos años con respecto a los derechos de los discapacitados, pero ciertamente que aún queda mucho por hacer. Hay ciertamente un trabajo que hacer sobre las conciencias porque si un discapacitado lo es en razón de lo que no es capaz de hacer por sí mismo, en buena medida también lo es por lo que los demás no le permiten hacer ni esperan que haga. He allí el sentido de la discriminación. Sin ser el nuestro un filme militante, creo que servirá a la causa. Y que acaso la pertinaz procura de estas madres por su propia realización personal contra toda adversidad pueda también leerse como la metáfora de un país que tras grandes tragedias y sobrellevando ingentes dificultades, aún busca su destino. 22.02.2006 |